En La Quinta de Illescas, cada evento es una oportunidad para viajar a través de los sabores del mundo. En esta ocasión, nuestros invitados disfrutaron de una auténtica estación de comida rumana, donde la tradición, el color y el aroma se unieron en una propuesta irresistible.
El espacio se llenó de vida con una cuidada presentación: mesas de madera decoradas con flores silvestres, vajilla artesanal y una atmósfera natural que invitaba a detenerse y disfrutar de cada detalle. Entre las opciones, aperitivos fríos y calientes que representaban la esencia de la gastronomía rumana —platos elaborados con mimo, herencia y un toque contemporáneo—.
Los asistentes pudieron degustar delicias como los sarmale, los tradicionales rollitos de col rellenos de carne, servidos con salsa y acompañados de patatas paja; o los mititei, pequeños embutidos a la parrilla que conquistaron a todos por su sabor intenso y especiado.
No faltaron los encurtidos, las cremas frías y los bocados en miniatura que daban color y textura a una mesa repleta de contrastes.
Más que una propuesta gastronómica, esta estación fue una celebración cultural. Cada plato contaba una historia: la de los hogares rumanos donde la comida se comparte, se disfruta y se convierte en un símbolo de unión.
Una experiencia que reflejó a la perfección el espíritu de La Quinta de Illescas: combinar la autenticidad de cada cocina con la elegancia y el cuidado que nos caracteriza.
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